Personalmente Diego
Velázquez es uno de mis pintores favoritos y tengo que reconocer que no he
podido evitar la tentación de incluir este retrato suyo en esta sección del
Blog de la Sociedad Filatélica de Madrid.
Velázquez es considerado como uno de los mejores
artistas del Barroco y uno de los máximos exponentes de la historia de la
pintura universal, Manet le definió como el “Pintor de Pintores”, por lo que
sus obras más famosas, han sido representadas en diversas emisiones
filatélicas, lo que ha contribuido a la difusión de este genio de la pintura ya
que su obra ha circulado por gran número de países.
Pero
hoy no quiero hablarte de sellos, hoy traigo este retrato porque se representa
una carta, pero antes hablare de la vida de Diego de Velázquez.
Diego de Velázquez
nació en la calle sevillana de la Gorgoja, siendo bautizado el 6 de
junio de 1599, en la Parroquia de San Pedro. Su padre era Juan Rodríguez de
Silva y afirmaba ser descendiente de la baja nobleza, pero Diego para darse a
conocer prefirió adoptar el apellido de su madre, Velázquez.
En septiembre de 1611, ingresó en el taller de Francisco
Pacheco, que posteriormente se convertiría en su suegro, ya que Velázquez se casaría con Juana de Pacheco, el 23 de
abril de 1618. El taller de Francisco Pacheco, era heredero de la Academia de
Letras, que creó su tío Francisco, canónigo de la Catedral de Sevilla y
prestigioso erudito y teólogo. El periodo de aprendizaje acostumbraba a ser de
6 años. Durante su estancia en dicho taller recibió una sólida educación
humanística, ya que en él se reunían poetas y estudiosos.
En el año 1617 cuando finalizó esta etapa de aprendizaje,
tuvo que ser examinado por Francisco de Pacheco y Juan de Uceda, los expertos elegidos
por el Gremio de Pintores. Superado dicho trámite, el 14 de marzo de 1617,
ingresó en la Corporación de San Lucas, lo que automáticamente le otorgaba
licencia para crear un taller de pintor, por lo que comienza la Etapa
Sevillana.
En el año 1621, fue proclamado como Monarca Felipe IV,
quien no destacó por sus dotes de gobierno, lo que aprovechó Gaspar de Guzmán
(Conde Duque de Olivares) valido del Rey.
Felipe IV siempre estuvo interesado por la música, el
teatro y la pintura, siendo de esta
última disciplina, su maestro Juan
Bautista Maino.
Velázquez en el año 1622 decidió viajar a Madrid, para
intentar ser pintor en la corte. En un
primer momento no lo logró y regresó a Sevilla. Pero a finales de ese mismo año
se produjo una vacante entre los pintores cortesanos al fallecer Rodrigo de
Villandro (Quinto Pintor del Rey). El Conde Duque de Olivares, mediante Juan de
Fonseca vinculado a la Academia de Pacheco, llamó a Velázquez para que acudiera
a Madrid, iniciándose la Primera Etapa Cortesana.
En el año 1628 conoce al celebre pintor Rubens, que acudió
a Madrid como diplomático aunque aprovechó su estancia para estudiar y copiar
las colecciones reales, especialmente las obras de Tiziano, y seguramente
conoce a Velázquez. Este fue su segundo viaje a España, ya que en el año 1603,
acudió como diplomático, y realiza el Retrato de Duque de Lerma a Caballo.
El 10 de agosto de 1629, desde Barcelona, acompañado por Ambrosio de Spinola, inició su Primer Viaje a Italia. De este
viaje destaca sus estancias en Venecia y en Roma donde pudo estudiar las obras
de Tiziano, Verones, Tintoretto, Rafael y Miguel Ángel. Además se origina un
cambio en su estilo artístico y constituye su última etapa de formación.
A principios del año 1631 regresó a Madrid comenzando el
Segundo Periodo Cortesano. Felipe IV y el Conde Duque de Olivares organizan un
programa de exaltación y glorificación de la monarquía española, por lo que se
origina una gran actividad artística centrada en el Palacio del Buen Retiro de
Madrid.
La caída del Conde Duque de Olivares, que en el año 1643
fue retirado y confinado en Toro, obliga al monarca a participar más
activamente en las tareas del Gobierno. Decide transformar el Alcázar,
continuando pautas italianas, como símbolo de poder y grandeza. A Velázquez se
le encarga los trabajos de decoración, en el año 1647 se le nombra “Vedor y
contador”, es decir, inspector y administrador.
Estos encargos propician el Segundo Viaje a Italia. A
diferencia de su primer viaje, en el que acudió para ampliar su formación, en
este segundo el monarca le envía para adquirir obras de arte. Estuvo en Italia
desde noviembre de 1648 hasta junio de 1651 cuando regresó a Madrid, comenzando
la Etapa Final de Velázquez.
En junio de 1652 se le nombra “Aposentador Mayor” por lo que
el pintor entra a formar parte de la alta jerarquía cortesana. En los últimos
años de su vida, reduce su actividad pictórica a consecuencia de los encargos
palaciegos, aunque realiza una de sus obras más importantes “La Familia de
Felipe IV” conocida popularmente como las “Meninas”.
El pintor había anhelado un reconocimiento nobiliario, que
llegó en el año 1658 cuando se le nombra Caballero de la Orden de Santiago.
Después de un largo proceso, logra que se le admitiera en dicha orden, que era
reacia a que ingresaran pintores y en definitiva a todo aquel que realizara un
trabajo manual.
El 6 de agosto de 1660 falleció en Madrid. Siete días
después fallecía su esposa Juana de Pacheco.
Retrato
del Papa Inocencio X:
Velázquez durante su segunda estancia en Italia pinta este retrato de
Inocencio X, entre los años 1649 a 1652.
Aunque hay estudiosos que consideran que Velázquez se
ofreció al Papa para realizarle el retrato, hay otros estudiosos que opinan que
fue el propio Pontífice que le encargó que le realizara un retrato.
Sea como fuera el pintor de pintores realizó uno de sus
mejores retratos.
Presenta influencia, de otro de los grandes pintores de la
historia del arte, Rafael: le representa sentado de medio cuerpo y ligeramente
girado hacia la derecha.
Retrato del Papa Julio II pintado por Rafael. Imagen obtenida de http://arteaula23.blogspot.com.es/2012/06/retrato-de-inocencio-x-velazquez.html
Esta ataviado con la sotana blanca, encima porta un
sobrepelliz blanco, la muceta de color rojo y la birreta roja. En la mano
derecha tiene una carta donde se encuentra la firma de Velázquez.
No es un retrato idealizado, Velázquez realiza un profundo
estudio psicológico del personaje y le retrata tal como es. Inocencio X tenía
fama de ser una persona que estaba alerta todo el día, de ser una persona
desconfiada y de ser infatigable en su trabajo.
Velázquez en lugar de idealizar los rasgos le representa con una
expresión tensa, con el ceño fruncido.
El artista contemporaneo Francis Bacon (1902-1992) realizó una versión de esta obra denominada "Estudio según el retrato del Papa Inocencio X, realizado por Velázquez" en el año 1953
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